Por cuestiones más que de sobra conocidas en la situación económica actual, hace tiempo que no racheo por el cine, pero sí he encontrado huequito para poder entretenerme en casa. Con la excusa de tener mañana una comida con amigas/os, nos hemos puesto a hacer roscos de anís, a ver si así quedamos bien como invitados y, además, pasamos un buen rato para matar el gusanillo gastronómico.
Los ingredientes que hacen falta son:
- aceite virgen extra de oliva
- un limón
- harina
- huevos
- anís
- polvos gasificantes de repostería
- azúcar
Las medidas a utilizar, aproximadamente es a razón de por cada huevo que usamos (que dará para una docena de roscos medianitos), un sobre de gasificante y 3 cucharas soperas del resto de condimentos.
Así, el primer paso sería freír aceite con una tira de cáscara de limón, para que adquiera algo de sabor y posteriormente freír en este aceite los roscos. El resto de piel de limón lo rallaremos.
La masa la haremos partiendo del huevo batido; añadiremos el anís, el azúcar, el aceite que hemos calentado con las tiras de limón y que habremos dejado templar un poco, ralladura del limón y los sobres de gasificante. Cuando haya subido la masa, comenzamos a añadir harina, removiendo y consiguiendo una masa cada vez más dura, hasta que la masa sea fácil de manipular (el secreto es que se vayan quedando limpias las paredes de la fuente donde hagamos la mezcla).
Para realizar los roscos... no sabría daros secretos, salvo que con las manos untadas de aceite, es más fácil. Resulta más cómodo hacerlo entre dos personas, ya que mientras una manipula la masa y los echa al fogón, la otra se encarga de darles la vuelta y sacarlos, ya que cuando el aceite se calienta, ¡todo va más rapidito!
Al final, el toque perfecto lo conseguimos con azúcar molida o glass espolvoreando por encima, a efecto de nieve.
Y esto es todo... ideal para tomar un cafetito o té mientras leemos un buen libro, vemos una buena película o tenemos una agradable sobremesa. Besos!!